Mónica Sánchez es la autora de la novela La hija de Kafka. Entre otros muchos ensayos ha escrito En dos. Un viaje a las fronteras, que fue adaptado al escenario por Emilio Williams bajo el título Si viví es por algo siempre pienso. Sánchez ha escrito el prólogo a la edición impresa de Camas y mesas, publicada este mes por Ediciones Irreverentes. A continuación presentamos un fragmento de ese prólogo.
A la caza del unicornio
Uno de los personajes de “Camas y mesas” dice en un momento de la pieza: “Eso no es buscar amor, eso es salir a la caza del unicornio”. Precisamente, cazar el unicornio de otro-teatro-es-posible es lo que hace con cada una de sus obras el dramaturgo Emilio Williams. “Hacemos un Teatro de la Escasez para recordarnos a nosotros mismos que todo lo que se necesita para disfrutar del humor y del drama del teatro es un texto fresco, el gesto y la voz de un actor, y un público receptivo”. Si acaso, y si el presupuesto lo permite, una buena iluminación que acompañe al escenario desnudo (pongan en este caso camas y mesas para que Mar y Tomás, Tedd y Charlie, los protagonistas de esta obra, se alimenten y devoren mientras tejen esa delicada red de relaciones humanas que van más allá del amor).
Todo humano, demasiado humano, aderezado, por fortuna, con reflexiones hilarantes, juegos coquetos, y equívocos a lo screwball.
Como dice el personaje de Tedd, la sinopsis de esta obra pudiera ser: “Chico conoce a chico. Chica conoce a chico. Chico deja a chico. Chica deja a chico…”, pero se quedaría corta. Porque entre camas y mesas, amores imposibles y asesinatos pasionales, los cuatro personajes enfrentan pasado con futuro, recuperan anhelos y niegan realidades; transitan por sus amores cotidianos para encerrarse en la intimidad menos ácida de los amores platónicos, aquellos que no se dañan con el tiempo porque nunca fueron cuerpo. Sin embargo, entre tanta elipsis y tantos silencios –los secretos de familia que solo se diluyen con unas tantitas gotas de humor negro–, “Camas y mesas” también nace como un canto dedicado a los amigos de toda la vida, a los que nos sostienen cuando el entorno se hace disparatado e inhóspito. A los que no preguntan o nos dicen verdades como puños y después se van, dejando la puerta entreabierta: “Te encanta fingir que tienes capas de piel que sencillamente te faltan”.
Y si de amores hablamos, el que siente Emilio Williams por el teatro es incondicional. Por eso realiza juegos alternativos, como malabares, subvierte géneros y crea piezas que se construyen en connivencia con el público, mirándole de frente, a los ojos, porque es para el público de teatro para quien escribe. Para los amantes.
Mónica Sánchez